Hoy he salido del metro con ganas de liberar energía de una forma ciertamente violenta. Y, tan sólo, porque he ligado (y porque como Grecia te vuelve paranoica creo -afirmo- que me ha hecho algunas fotillos con el móvil), otra vez (ambas dos). Sí, por quinta vez (lo de ligar). Y luego hay gente que afirma que esas cosas no suceden... claro, es que son cosas tan absurdas que sólo me pasan a mi. Pero esta vez, no me ha pedido el móvil ni me ha presentado a su madre, ¡voy mejorando! En esta ocasión, sólo me ha dicho "que sueño tengo", susurrando con una sonrisilla, al pasar por mi lado para bajarse. Perdón... "Exkiusmy"... ¡Esto es lo que me ha enfadado!
Yo, que me he mantenido digna durante todo el trayecto, evitando su mirada para no caer en un juego endiablado: no le he mirado mucho, no le he guiñado la quinta pestaña, sólo le he sonreído una vez, no le he provocado, ni me he quitado el abrigo (iba hasta con la bufanda)... y el tipejo se atreve a decirme "paso de ti", porque, evidentemente, la frase tengo sueño, cuando intentas ligar con una tía en el metro y no lo consigues, significa: paso de ti.
Pero el caso es que esta vez (en al menos otra también lo fue) el muchacho era objetivamente "un buen partido". Era un treintañero, de tez pálida, rubito, con ojos marrones de mirada descarada. La nariz pequeña y respingona. Con una sonrisa de autosuficiencia y autoconocimiento de su propia belleza que encandilaba. Además, iba vestido con una traje negro y una camisa blanca con finas rayas (perdonadme porque no recuerdo el color de las rayas). También llevaba un maletín-bandolera, del que descarademente ha sacado un frasco de fragancia masculina, que olía totalmente a feromonas, con la que se ha perfumado en el vagón, cuando quedábamos unas diez personas, para intentar llamar mi atención (evidentemente)... Pero he sido fuerte.
lunes, 18 de febrero de 2008
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