- En ese papel va toda la información que necesitas. No lo pierdas.
No hacía ni 20 minutos que me había dado ese papel y yo, ya lo había perdido. Recordaba vágamente lo que decía pero me faltaba lo principal: las cantidades, la dirección y la hora. Y ahora estaba en un autobús de la emt, abarrotado, con cara de estúpida, rebuscando en mis bolsillos y mi cartera. Nada. No estaba.
-Mamá, ¿qué es lubricante? - escuché a una vocecilla infantil preguntar a poca distancia de mi. Inclinándome y retorciendo la cabeza como pude, atisbe que el niño, de poco más de 4 años, llevaba un papel en la mano. Un papel amarillo de lineas azúles, justo como el que yo acababa de perder. ¡Mierda! Tenía que recuperarlo, costara lo que costase. Así que empujando a algunos pasajeros y apretujándome contra otros, logré llegar hasta donde se encontraban el hijo y la madre. El primero con cara de curiosidad, la segunda con expresión de desconcierto.
-¿Y latex?¿Qué significa latex, mamá?- La cara de la mujer ya era de estupefacción y estaba pálida. Y supuse que aquellas gotitas que se deslizaban por su sien serían sudor frío.
Mi compasión me llevó a salvar a aquella mujer, y recuperar el dichoso papelito. Entonces, aprovechando un semáforo en rojo, me lancé en dirección al niño, arrebatándole el papel, mientras su madre le protegía con el cuerpo.
-Perdón, perdón- fingí balbuceando mientras guardaba el papel en un gurruño, en el bolsillo de mi pantalón- ¿está bien el pequeño?
- Si, no se preocupe- contestó la señora visiblemente aliviada, mirándo fijamente el bulto que había aparecido a la altura de mi bolsillo.
viernes, 15 de febrero de 2008
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