jueves, 2 de octubre de 2008

Si volvemos la vista atrás, sólo vemos el pasado.

Si volvemos la vista atrás, sólo vemos el pasado. La frase se le había grabado a fuego en ese rincón de la memoria donde se almacenan las viejas leyendas y las historias de familia. De hecho, formaba parte de una de éstas últimas, o era una de éstas en sí misma. Las circuntancias de aquella frase se habían difuminado a lo largo de los años, al igual que los personajes involucrados. Sólo esa frase había permanecido intacta en los recuerdo de Isabel, desde hacía sesenta años, cuando la escuchó y la interiorizó. Y ahora, estaba a las puertas de esa edad en la que te queda más pasado que futuro. En la que cada año que crecen tus nietos, tu estás un año más cerca de la muerte. Y sin embargo, aquella frase: Si volvemos la vista atrás, sólo vemos el pasado, la reconfortaba, era su talismán secreto ante el irremediable paso del tiempo. Si, se sentía protegida por esas tonta obviedad porque su vida había sido buena y, sobretodo, porque podía recordarla. Su mente no se había deteriorado y podía rememorar muchos acontecimientos que marcaron su historia, no todos, eso era cierto, pero muchos sí. No podía recordar los rasgos de su madre, por ejemplo, pero si se acordaba de como se sentía con ella y de cuanto la quería y de que preparaba la mejor tortilla de patatas del mundo. Y así con muchas otras cosas, muchos otros pasajes de su vida. Por eso era feliz y por eso no sentía miedo de la muerte.

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