Había una vez...mmmhhh...en un lugar muy lejano (y de nombre desconocido, o por lo menos a mi nunca me lo han dicho, que no es que no quiera acordarme), había un...rey, eso, un rey. Y el rey estaba casado con la reina (seamos originales) y tenían una hermosa hija, la princesa (y para ser originales de verdad) y un príncipe muy valiente de noble corazón.
A ver, ahora tiene que pasar algo...si, ya está, el rey decide que la princesa tiene que demostrar que en un futuro sabrá reinar (porque en este reino no hay ley sálica y las mujeres pueden reinar) y decide plantearle dos problemas a resolver: debe encontrar a un pretendiente digno de ser el rey consorte y debe hallar una fórmula para mantener a los dragones lejos de la torre del homenaje. El segundo asunto lo resolvió rápido, pues aprendió de los campesinos, ya que estos debían mantener alejados a los dragones de los maizales si no querían palomitas de maiz. Colgó de las almenas estraños objetos plateados, bien bruñidos, que reflejaran la luz del sol, para deslumbrar a los grandes reptiles y que no pudieran acercarse sin sufrir un accidente (como explicación absurda puede valer).
Para enfrentarse al primer problema, el de buscar marido, tuvo que enfrentarse a sí misma primero y luego a su madre (que siempre son más comprensivas) y luego a su padre. Porque la cuestión era que tenía pareja (estable) desde hace más de un año, lo único que no cumplía todos los requisitos de su padre (por no cumplir, no cumplía ni uno) pero estaba muy enamorada. Así que se dijo: soy lesbiana, y le dijo a su madre la Reina: soy lesbiana y tengo novia, y le dijo a su padre el Rey: soy lesbiana y ya tengo novia. Ella se respondió, que aquello era lo que era y no podía ignorar su orientación sexual por heredar todo un reino. Su madre le respondió, hay hija mía, ven que te de un abrazo, y ¿cuando me la vas a presentar?, pero la reina le replicó, de todas formas, aunque sea muy buena chica y de muy buena familia, tienes que estar segura de que es lo que quieres porque a lo mejor sólo es una fase, eres joven y tienes que experimentar, pero a lo mejor dentro de unos años encuentrar un buen hombre, ¡si es que tu padre te ha metido mucha prisa!, ay mi niña... Su padre no le contestó, se limitó a mirarla despacio, serenamente, asimilando lo que acababa de oír, pero el rey replicó, te puedes acostar con quien te plazca, pero casarte has de hacerlo con un buen rey consorte hombre.
¿Y ahora qué?, ahora como resuelvo este follón... puede entrar en escena el valiente príncipe para salvar a la princesa, como si fuera un cuento tradicional.
La princesa muy sofocada, cogio el móvil de su alcoba y se sentó en lo alto de la torre del homenaje, donde ningún dragón podría molestarla. Y se quedó mirandó la pantalla negra del aparato decidiendo si debía llamar o no a alguno de sus múltiples pretendientes o debía enfrentarse a su familia y huir. Así la encontró su hermano, que había llegado corriendo, con la rubia melena al viento y dispuesto a salvar a su hermana mayor de cualquier peligro. Cuando la princesa le vio aparecer sudoroso y con las mejillas teñidas por el esfuerzo, no puedo evitar una sonora carcajada que liberó su espíritu de sus tensiones. Y esas malla azules, tan ajustadas y esa pose de ... no podía ser...Hermano, se atrevió a decir al fin, hermano, tienes una pinta de gay, con esos pantalones ajustados y esa melenita. Lo soy, replicó el Príncipe con una mezcla de orgullo y temor. Pues papá nos va a desheredar a los dos, continúo la princesa mientras que seguía riéndose a mandíbula batiente, porque yo les acabo de confesar que llevo más de uño saliendo con Lady Sarah. Si quieres, puedes casarte con mi novio, le ofreció el Príncipe, y yo me caso con tu novia. Y luego vivimos los cuatro en comuna y co-reinamos, coronó la Princesa sin poder frenar las carcajadas. Y comenzaron a reirse tanto, y a tal volumen, que contagiaron a los dragones, al personal del castillo, a los reyes, a los nobles, a los campesinos e incluso a los comerciantes...Y lo que parecía la mayor de las desgracias para el reino, terminó siendo el origen de la libertad y, por ende, fiesta nacional. Y fueron felices y comieron perdices, incluso los dragones.
(a lo mejor el final está pillado con pinzas, pero con estps personajes y los corsés de los cuentos de hada, creo que ha quedado bastante decente)
miércoles, 29 de octubre de 2008
jueves, 23 de octubre de 2008
El poder del internet
Cada día me asombro más del impacto que tiene internet y la comunicación global en la vida diaria. Siempre ha habido rumores, algunos ciertos, otros infundados, y éstos siempre han derivado en consecuencias. Pero ahora, gracias a internet, los rumores han alcanzado la velocidad de la luz, y crecen exponencialmente a un ritmo vertiginosos y aterrador con el consiguiente aumento brutal de "mutaciones" o pequeñas variaciones que terminan contando una verdad distinta. Por ejemplo, ahora en este periodo de crisis, en cuanto alguien menciona en un foro que tal banco está a punto de caer, la noticia se reparte, y el un par de días a lo sumo todo el mundo lo sabe. Se nota porque cae el valor de las acciones de ese banco. Se nota porque comienza una campaña publicitaria más impactante. Y yo me pregunto, las pérdidas son por los rumores o son porque la gente se cree esos rumores y saca el dinero, no todo, pero cuando el agua suena...
Y ahora sucede con los bancos, pero quien no ha leído mensajes o noticias en periódicos o blogs que denuncian a tal o cual compañía por una práctica no ética o ilegal , y nos lo creemos porque hay una respuesta por parte de esa compañía: publicidad, comunicados, acciones estratégicas que lo desmientan,... O que demonizan a una u otra persona, sea culpable o no, se la condena públicamente, sin darle opción a defenderse, y ya sé que eso siempre ha ocurrido, que es propio de la condición humana juzgar al resto de humanos, pero ahora es brutal. Ocurre una desgracia y en menos de un día hay trescientos (es un decir) blogs de opinión que estudian en plan CSI todo lo ocurrido, desde los testimonios hasta las pruebas que presenta la policía. A mi me impresiona, pero lo que más me impresiona es que le damos credibilidad, y no tenemos ni idea de quien lo ha escrito.
Por ejemplo, alguien ha pintarrajeado el portal de tu casa, y no hay más pruebas del autor que su pseudónimo ininteligible. Te encuentras con la vecina del cuarto y te dice que está segurísima de que ha sido el hijo de la del séptimo porque está en esa edad difícil, y tú piensas que es una mujer aburrida a quien le gusta mucho chismorrear. Pero si tu vecina del cuarto lo publica en un blog titutado: "esto da que pensar" o "mil y una verdades sobre la convivencia vecinal" que tú encuentras por causalidad navegando, entonces piensas, oye, pues a ver si tiene razón y va a ser el chaval éste, porque ahora que lo pienso el otro día no me saludó en la escalera. Quizá sea exagerado, pero quien dice que no haya pasado.
Pero lo que más me ha mosqueado siempre son los correos electrónicos de reenvío que te avisan de que alguien va a poner una bomba en tal sitio o de que hay artefactos explosivos tirados por la calle. Porque puedo entender los móviles de los dos casos anteriores: comerciales, o de presión social para condenar o liberar a alguien. Pero, ¿a quién le puede interesas crear miedo tan irracional? ¿Quién se molesta en manipularnos para que no podamos olvidar a los "malvados" abstractos? ¿A quién le interesa tanto que andemos distraídos?
Y ahora sucede con los bancos, pero quien no ha leído mensajes o noticias en periódicos o blogs que denuncian a tal o cual compañía por una práctica no ética o ilegal , y nos lo creemos porque hay una respuesta por parte de esa compañía: publicidad, comunicados, acciones estratégicas que lo desmientan,... O que demonizan a una u otra persona, sea culpable o no, se la condena públicamente, sin darle opción a defenderse, y ya sé que eso siempre ha ocurrido, que es propio de la condición humana juzgar al resto de humanos, pero ahora es brutal. Ocurre una desgracia y en menos de un día hay trescientos (es un decir) blogs de opinión que estudian en plan CSI todo lo ocurrido, desde los testimonios hasta las pruebas que presenta la policía. A mi me impresiona, pero lo que más me impresiona es que le damos credibilidad, y no tenemos ni idea de quien lo ha escrito.
Por ejemplo, alguien ha pintarrajeado el portal de tu casa, y no hay más pruebas del autor que su pseudónimo ininteligible. Te encuentras con la vecina del cuarto y te dice que está segurísima de que ha sido el hijo de la del séptimo porque está en esa edad difícil, y tú piensas que es una mujer aburrida a quien le gusta mucho chismorrear. Pero si tu vecina del cuarto lo publica en un blog titutado: "esto da que pensar" o "mil y una verdades sobre la convivencia vecinal" que tú encuentras por causalidad navegando, entonces piensas, oye, pues a ver si tiene razón y va a ser el chaval éste, porque ahora que lo pienso el otro día no me saludó en la escalera. Quizá sea exagerado, pero quien dice que no haya pasado.
Pero lo que más me ha mosqueado siempre son los correos electrónicos de reenvío que te avisan de que alguien va a poner una bomba en tal sitio o de que hay artefactos explosivos tirados por la calle. Porque puedo entender los móviles de los dos casos anteriores: comerciales, o de presión social para condenar o liberar a alguien. Pero, ¿a quién le puede interesas crear miedo tan irracional? ¿Quién se molesta en manipularnos para que no podamos olvidar a los "malvados" abstractos? ¿A quién le interesa tanto que andemos distraídos?
viernes, 17 de octubre de 2008
Una vez hube creido que mi vida estaba completa, que los naipes que con tanto mimo había colocado estratégicamente para elevar lo que quería que fuera mi vida, estaban fijos y en el lugar adecuado. Entonces, sopló viento, afortunadamente, duró sólo segundos, y tan sólo derribó el último piso. Así que desafiante, volví a ponerlo en pie, y creyéndome invencible levante varias plantas más.
Soplaré y soplaré, y tu casa derribaré, sonreí al recordar el viejo cuento de los tres cerditos. Mi vida está anclada en conocimientos y experiencias, siento que he realizado un gran esfuerzo para estar en el lugar que estoy, y como el tercer cerdito confío en mis cimientos y los sólidos ladrillos y la bien forjada argamasa, pensé para mi, no tengo nada que temer.
Pero llegó un viento fuerte, un huracán, un tornado, un desastre natural que derribó, destruyó, aniquiló, pulverizó toda mi vida. De la bella construcción que había tardado años en poner en pie, no quedaba más que un socavón lleno de cascotes.
Quisiera que esta historia tuviera un final feliz, y que se pudiera extraer de ella alguna moraleja que ayude a algo, pero aún sólo veo el agujero profundo en la tierra seca y sin vida, aún lloro la perdida y aún temo que cualquier viga que intente plantar será arrancada de la superficie.
Soplaré y soplaré, y tu casa derribaré, sonreí al recordar el viejo cuento de los tres cerditos. Mi vida está anclada en conocimientos y experiencias, siento que he realizado un gran esfuerzo para estar en el lugar que estoy, y como el tercer cerdito confío en mis cimientos y los sólidos ladrillos y la bien forjada argamasa, pensé para mi, no tengo nada que temer.
Pero llegó un viento fuerte, un huracán, un tornado, un desastre natural que derribó, destruyó, aniquiló, pulverizó toda mi vida. De la bella construcción que había tardado años en poner en pie, no quedaba más que un socavón lleno de cascotes.
Quisiera que esta historia tuviera un final feliz, y que se pudiera extraer de ella alguna moraleja que ayude a algo, pero aún sólo veo el agujero profundo en la tierra seca y sin vida, aún lloro la perdida y aún temo que cualquier viga que intente plantar será arrancada de la superficie.
viernes, 10 de octubre de 2008
Paris en sueños
La noche pasó como un sueño. Durante una noche en blanco visitamos la ciudad del amor, una única noche para una ciudad impresionante. Una noche para descubrir la ciudad de la luz (eléctrica). Un sueño que nos atrapó en una innolvidable vivencia que se hizo humo cuando regresamos a Madrid, debido al sobreesfuerzo al que nos sometimos, pero que vuelve a definirse en nuestros recuerdos ahora que las neuronas parecen haber descansado.
Pues si, la noche en blanco Parisina de 2008 nos fuimos a Paris, sólo esa noche. La cruz, que no supimos ver las actividades de la noche en blanco. La cara: toda la magia de la noche, las calles, las gentes, los pequeños detalles, ...la aventura... Era sábado por la noche y se notaba, estaba lleno de gente que salía por los diferentes barrios, a diferentes citas.
De toda la noche, me quedo con Montmartre, el barrio de los artista, con el mirador que te encuentras si subes en el funicular. Las vistas espectaculares: todo París.
La torre Eiffel es impresionante también. Y el Louvre, bueno la fachada y la pirámide. Y el Arco del Triunfo. Y el Sena. Y Saint-Germain. Y los campos Eliseos.
Ya sólo me falta volver para disfrutar la ciudad: una semana, dos, vivir unos mesecillos... u otra mini-escapada para revivir la emoción de la noche.
jueves, 2 de octubre de 2008
Si volvemos la vista atrás, sólo vemos el pasado.
Si volvemos la vista atrás, sólo vemos el pasado. La frase se le había grabado a fuego en ese rincón de la memoria donde se almacenan las viejas leyendas y las historias de familia. De hecho, formaba parte de una de éstas últimas, o era una de éstas en sí misma. Las circuntancias de aquella frase se habían difuminado a lo largo de los años, al igual que los personajes involucrados. Sólo esa frase había permanecido intacta en los recuerdo de Isabel, desde hacía sesenta años, cuando la escuchó y la interiorizó. Y ahora, estaba a las puertas de esa edad en la que te queda más pasado que futuro. En la que cada año que crecen tus nietos, tu estás un año más cerca de la muerte. Y sin embargo, aquella frase: Si volvemos la vista atrás, sólo vemos el pasado, la reconfortaba, era su talismán secreto ante el irremediable paso del tiempo. Si, se sentía protegida por esas tonta obviedad porque su vida había sido buena y, sobretodo, porque podía recordarla. Su mente no se había deteriorado y podía rememorar muchos acontecimientos que marcaron su historia, no todos, eso era cierto, pero muchos sí. No podía recordar los rasgos de su madre, por ejemplo, pero si se acordaba de como se sentía con ella y de cuanto la quería y de que preparaba la mejor tortilla de patatas del mundo. Y así con muchas otras cosas, muchos otros pasajes de su vida. Por eso era feliz y por eso no sentía miedo de la muerte.
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