jueves, 6 de marzo de 2008

La historia que se esconde tras el diagnóstico laboratorial microbiológico II: Yo lo cultivo, yo lo identifico.

Et violà! Ya está en sus quioscos de revistas científicas especializadas en el diagnóstico laboratorial veterinario, la segunda entrega de esta fascinante historia en la que los intereses económicos y la lucha por las patentes eclipsan los avances técnicos en el campo del diagnóstico. Una novela científica para todos los públicos. Para abrir boca, aqui va el comienzo:


"Si seguimos este esquema básico del diagnóstico laboratorial microbiológico, tras la primera aproximación a la muestra, se recurre al aislamiento del microorganismo en un medio sólido. En este caso, lo más habitual, es coger una o varias placas de Petri con medio sólido, muchas veces selectivo o diferencial, e inocular una pequeña cantidad de la muestra, a la cual, según su procedencia o el tipo de microorganismo del que se sospeche, se le realizará un tratamiento previo o no. En la actualidad, lo normal es adquirir estos medios ya preparados por una casa comercial. Podemos recordar que el aislamiento de colonias provenientes de un único clon, en un medio de cultivo adecuado, no fue posible hasta casi dos siglos después de la primera visualización de los microorganismos por Leeuwenhoeck.

El origen del cultivo y aislamiento de microorganismos se ha difuminado a lo largo del tiempo. Parece que Bartolomeo Bizio fue la primera persona en aislar e identificar a un microorganismo, aunque apenas se le menciona. Bizio, en el año 1823, fue uno de los encargados de investigar un brote epidémico de “pan sangrante” en Padua. El “pan sangrante” es una contaminación de los alimentos que se caracteriza por la aparición de puntos de color rojo, principalmente en hostias consagradas, con lo que se le consideraba un hecho milagroso. Bizio logra aislar estas “manchas de sangre”, que realmente eran colonias bacterianas, aunque él creyó que se trataba de un hongo, y al microorganismo responsable le dio el nombre de Serratia marcescens. Le da el nombre genérico de Serratia en honor al físico italiano Serafino Serrati, quien construyó el primer barco a vapor llamado Arno, pero cuyo mérito no fue reconocido. Para compensarle y conseguir que su nombre entrara en los anales de la ciencia, Bizio decide nombrar así al nuevo género que ha descubierto. El nombre específico de marcescens viene del latín macerado o marchitado, por la apariencia mucilaginosa de las colonias maduras. De este modo, Bizio compensa una de las muchas “injusticias” de la ciencia al honrar y dar a conocer los logros de Serrati. "

Continúa en la revista Avedila: Alba P, Álvarez S, García ME, Blanco JL. 2007. La historia que se esconde tras el diagnóstico laboratorial microbiológico II: Yo lo cultivo, yo lo identifico. Laboratorio veterinario Avedila 43: 18-23.

2 comentarios:

patty difusa dijo...

jejeje, me gusta un montón el título. Interesantes los artículos científicos.

Por cierto, la canción del otro día de mi blog es de Warcry, un grupo rock que está genial.

Anónimo dijo...

Que sabia eres querida