A veces se gana y otras se pierde. A veces, no sabes si has ganado o has perdido, porque es positivo y negativo a la vez. Cuando juegas, sabes que te expones a eso. Es el reto que supone. Lo difícil de entender es cuando pierdes y no sabes que estabas jugando hasta que se termina el tiempo, pero peor todavía es saber, una vez has perdido que estabais jugando a dos juegos diferentes, con reglas diferentes y arbitros subjetivos. Eso es lo chungo, cuando pierdes, sin saber por qué ni cómo, aunque si que sabes el qué.
Pues en cierto sentido eso es lo que me ha pasado a mi, he perdido muchas partidas en estos últimos meses, pero la peor sin duda ha sido la última, que no sé si tendrá revancha o no. Me lo tengo que pensar. Hoy por hoy no creo que merezca la pena, aunque si ya lo he dado todo y he perdido hasta la camisa, no puedo perder más.
Y lo curioso es que para esta partida yo pedí las reglas, pregunté: ¿a qué estamos jugando?, pedía actualizaciones constantes de los resultados...y cuando creí que iba ganando...perdí. De repente las reglas habían cambiado, y sin (casi) darme cuenta elegí la opción errada, la caja vacía. Perdí. Perdimos.
miércoles, 26 de noviembre de 2008
viernes, 21 de noviembre de 2008
Sube y baja
Sube y baja. Sube y baja. Sube y baja. Subir y bajar. Arriba y abajo. Ñiii. Ñiii. Ñiii. Ñiii. Monótono. Aburrido. Repetitivo hasta el extremo. Se sucedían los mismos movimientos, idénticos chirrídos, similares expresiones de júbilo y sorpresa, y calcados diálogos, en un bucle largo e interminable.
Al hombre del sombrero marrón aquella escena le hastiaba. Como observador, sólo era consciente de la pérdida de significado de aquellos gestos y emociones repetidas de forma contínua e infinita. Aquel hombre, que sostenía un periódico sentado en el único banco del parque, no podía apartar la vista de aquella constancia aberrante. No le gustaba la escena. De hecho no entendía el juego: dos niños menudos en un columpio, cuyo único propósito era subir y bajar, subir y bajar,...
Pero pese a todo seguía mirando el monótono vaivén, embelesado. Arriba y abajo, arriba y abajo, arriba y abajo. Miraba las caras resplandecientes de los niños. Arriba y abajo. Escuchaba las exclamaciones de inocente júbilo. Arriba y abajo. Sentía la boba diversión de aquel juego soso y estúpido. Arriba y abajo. Arriba y abajo. Y como si su mente hubiera sido apresada por un hipnotista, como si sus sentidos y acciones le hubieran sido arrebatados, una genuina sonrisa de satisfacción suavizó sus facciones, independientemente de su mente. Al marge de sus ideas. Allí estaba. Iluminando, radiante, la tranquila tarde de otoño.
Al hombre del sombrero marrón aquella escena le hastiaba. Como observador, sólo era consciente de la pérdida de significado de aquellos gestos y emociones repetidas de forma contínua e infinita. Aquel hombre, que sostenía un periódico sentado en el único banco del parque, no podía apartar la vista de aquella constancia aberrante. No le gustaba la escena. De hecho no entendía el juego: dos niños menudos en un columpio, cuyo único propósito era subir y bajar, subir y bajar,...
Pero pese a todo seguía mirando el monótono vaivén, embelesado. Arriba y abajo, arriba y abajo, arriba y abajo. Miraba las caras resplandecientes de los niños. Arriba y abajo. Escuchaba las exclamaciones de inocente júbilo. Arriba y abajo. Sentía la boba diversión de aquel juego soso y estúpido. Arriba y abajo. Arriba y abajo. Y como si su mente hubiera sido apresada por un hipnotista, como si sus sentidos y acciones le hubieran sido arrebatados, una genuina sonrisa de satisfacción suavizó sus facciones, independientemente de su mente. Al marge de sus ideas. Allí estaba. Iluminando, radiante, la tranquila tarde de otoño.
sábado, 15 de noviembre de 2008
juega
El viento mece las ramas. Ramas jóvenes, verdes, flexibles, llenas de vida, con brotes recientes de la impaciente primavera.
El viento revuelve el cabello de la niña que juega sentada sobre el cesped. La niña que grita y canta, que habla, pregunta y no calla. El sol acaricia la piel de la niña inquieta y llena de energía, energía concentrada en un cuerpo diminuto. La niña juega, ajena a la adultez, sentada sobre la mullida hierba en un mundo infantil, un mundo para los niños.
El sol comienza a ocultarse, cae la tarde en esta apacible tarde primaveral, y el viento se enfría al perder la cálida ayuda del astro. Las sombras se alargan hasta fundirse en una única sombra llamada noche. La niña no se inmuta, continúa jugando, sentada, sin frío, sin extrañeza, la niña es feliz en aquella pradera, en aquella repentina primavera.
El viento revuelve el cabello de la niña que juega sentada sobre el cesped. La niña que grita y canta, que habla, pregunta y no calla. El sol acaricia la piel de la niña inquieta y llena de energía, energía concentrada en un cuerpo diminuto. La niña juega, ajena a la adultez, sentada sobre la mullida hierba en un mundo infantil, un mundo para los niños.
El sol comienza a ocultarse, cae la tarde en esta apacible tarde primaveral, y el viento se enfría al perder la cálida ayuda del astro. Las sombras se alargan hasta fundirse en una única sombra llamada noche. La niña no se inmuta, continúa jugando, sentada, sin frío, sin extrañeza, la niña es feliz en aquella pradera, en aquella repentina primavera.
martes, 11 de noviembre de 2008
Aprende bacteriología con CSI New YorK
Para empezar, ni se os ocurra, pero si por casualidad estais viendo algun capitulillo de la serie (que es entretenida no divulgativa), analizar cualquier dato científico que den, porque ayer casi me matan.
Estaban analizando el contenido intestinal de la víctima y encuentran una bactería muy patógena y dice el ayudante del forense:
-Me ha costado mucho identificarla pero es una Brucella listeria, una bacteria muy patógena. Lo que hace es introducirse en los macrófagos y les roba su maquinaria celular, produciendo la mutación de la célula. Luego dirigen a la célula, al intestino y producen infección intestinal.
Y le contesta el JEFE DE LOS CSI:
-¡Claro! Las células del cuero cabelludo tienen la tasa de mutación más alta, por eso el ADN del cabello que encontramos no concuerda con el del sospechoso, porque ha mutado mucho y ahora no coincide ningún alelo.
(NOTA: la víctima y su asesino habían cenado juntos, por eso asumen que van a a tener la misma infección)
¿Quién es capaz de decirme al menos trescientos mil fallos de estos 30 segundos de emisión?
Para empezar no existe Brucella listeria, existe un género de bacterias que se llama Brucella y otro género de bacterias que se llama Listeria. Las primeras son gramnegativas y las segundas grampositivas y, eso sí, ambas son bacilos. Uno de los mecanismos de patogenicidad de Brucella es la capacidad para vivir dentro de las células fagocíticas del Sistema Inmunológico, como los macrófagos, una vez que estos las fagocitan para intentar eliminarlas (así que en esto al menos se han aproximado). Y Listeria es un importante patógeno alimentario (en esto también habían oído campanas).
Pero luego se meten en el espinoso campo de la biología molecular. Apoderarse de la maquinaria celular no tiene porque implicar mutar a la célula, ésto sucedería si los genes de la bacteria se integrasen en el ADN del hospedador rompiendo alguno de los genes funcionales. Y aunque una célula mutara, mutaría ella y sus células descendientes, no todas las células del organismo, y en el hipotético caso de que mutaran todas las células del organismo (o las que se estudian), que mala casualidad que fuesen a cambiar todos los alelos que se utilizan para establecer la llamada huella del ADN, porque si esto sucediera también le tendrían que haber salido tentáculos, sólo por probabilidad.
Aunque a lo mejor era ciencia ficción y algún día podemos modificar nuestro perfil genético padeciendo tan sólo una indigestión.
Estaban analizando el contenido intestinal de la víctima y encuentran una bactería muy patógena y dice el ayudante del forense:
-Me ha costado mucho identificarla pero es una Brucella listeria, una bacteria muy patógena. Lo que hace es introducirse en los macrófagos y les roba su maquinaria celular, produciendo la mutación de la célula. Luego dirigen a la célula, al intestino y producen infección intestinal.
Y le contesta el JEFE DE LOS CSI:
-¡Claro! Las células del cuero cabelludo tienen la tasa de mutación más alta, por eso el ADN del cabello que encontramos no concuerda con el del sospechoso, porque ha mutado mucho y ahora no coincide ningún alelo.
(NOTA: la víctima y su asesino habían cenado juntos, por eso asumen que van a a tener la misma infección)
¿Quién es capaz de decirme al menos trescientos mil fallos de estos 30 segundos de emisión?
Para empezar no existe Brucella listeria, existe un género de bacterias que se llama Brucella y otro género de bacterias que se llama Listeria. Las primeras son gramnegativas y las segundas grampositivas y, eso sí, ambas son bacilos. Uno de los mecanismos de patogenicidad de Brucella es la capacidad para vivir dentro de las células fagocíticas del Sistema Inmunológico, como los macrófagos, una vez que estos las fagocitan para intentar eliminarlas (así que en esto al menos se han aproximado). Y Listeria es un importante patógeno alimentario (en esto también habían oído campanas).
Pero luego se meten en el espinoso campo de la biología molecular. Apoderarse de la maquinaria celular no tiene porque implicar mutar a la célula, ésto sucedería si los genes de la bacteria se integrasen en el ADN del hospedador rompiendo alguno de los genes funcionales. Y aunque una célula mutara, mutaría ella y sus células descendientes, no todas las células del organismo, y en el hipotético caso de que mutaran todas las células del organismo (o las que se estudian), que mala casualidad que fuesen a cambiar todos los alelos que se utilizan para establecer la llamada huella del ADN, porque si esto sucediera también le tendrían que haber salido tentáculos, sólo por probabilidad.
Aunque a lo mejor era ciencia ficción y algún día podemos modificar nuestro perfil genético padeciendo tan sólo una indigestión.
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