Mi periplo por aquel paraje duró cuatro días, no voy a decir que los mejores cuatro días de mi vida, pero casi. Es increible lo que hace la sugestión, pero sólo el hecho de atravesar la barrera de entrada, con un permiso en el que ponía mi nombre, por el cual tenía autorización para recorrer la reserva de Doñana, me hizo dar un vuelco al corazón y al estómago. Fue una sensación mágica, porque era plenamente consciente de que estaba entrando en un lugar en el que muy poca gente en el mundo puede pasar (vale, exceptuando durante la romería de la Virgen del Rocío).
Dentro del parque y de la reserva, la velocidad máxima es de 40 km/h. Lo que podría parecer una lenta y agónica marcha hasta el destino se convertía en una pausa inmersión en otro mundo. Además, llegué cuando la primavera estaba en su apogeo y decenas de abejarucos volaban alrededor del coche flanqueándonos el camino (el pajarillo de la foto: abejaruco. E. Nogueras http://www.sierradebaza.org/).
Cuando llegas al Palacio ya estás en otro mundo, literalmente. Es fascinante y muy estimulante compartir mesa y habitación con investigadores de muy diversos campos. Las conversaciones podían ser de fútbol o de evolución, de la importancia de la microbiología o del uso del verbo ser en castellano, de la próxima fiesta o de cómo reconocer a una lagartija cenicienta. El Palacio es una antigua casa de campo dispuesta con lo básico para la vida: pequeñas habitaciones dobles, cuartos de baño, la cocina, la despensa y el Comedor de Biólogos. El funcionamiento es como un hostal. Las amas de llaves o guardesas limpian las habitaciones y cocinan (si previamente les has dejado los ingredientes para ello, pero eso es otra historia). Y allí la gente va para trabajar, pero no es el ambiente de una oficina o de un laboratorio, cada uno va a su ritmo, sin prisas, sin estrés, ni siquiera los que tienen que levantarse a las 5 de la madrugada para trampear. La sensación es de que no tienes obligaciones, lo que haces lo haces porque disfrutas haciéndolo o con los resultados que obtendrás de ello, porque te apetece, no porque lo tienes que hacer. De hecho, allí me levantaba a las 7 y media sin los problemas que tengo todas las mañanas en Madrid. Y el tiempo se dilata. A las 12 de la mañana ya has hecho un montón de cosas.
Como ya he comentado, la primavera estaba en pleno apogeo y era difícil no ver crias (y adultos): de gamo, cervatos, jabatos, terneros, potrillos... incluso vi tortugas terrestres...y meloncillos... Además, dos días antes había estado lloviendo sin parar por lo que las marismas estaban llenas de agua y los caminos llenos de diminutas florecillas de muchas tonalidades. El inconveniente era que también era muy frecuente encontrarse charcos en el camino, que o vadeabas o te bañabas. De hecho, el último día atravesábamos charcos con el todoterreno, y el agua nos llegaba a la altura del parabrisas, sin exagerar. Dos grupos diferentes se quedaron atascados en sendos charcos (uno si lo era, lo otro casi era el principio de una marisma), y tuvieron que ir a "rescatarlos", lo bueno es que esas historias ofrecían entretenimiento para toda la noche. (foto: duna doñanera, tomada por paa)
Nosotros particularmente sólo vivimos ligeras aventurillas. El primer día casi somos atropellados por un rebaño de vacas en estampida. Era como una escena de un documental cualquiera, en el que los animales huyen despavoridos de algo. Nosotros vimos el miedo en las vacas y su carrera descontrolada, pero no supimos identificar la causa. El resto fueron pequeñas anécdotas ligeramente "frikis" (como ducharse rodeada de hormigas a las que en teoría no puedes matar) que me hicieron sentir doñanera por unos días y que espero que contribuyeran a mantener la atmósfera especial de Doñana.
7 comentarios:
Que suerteee mas grande!!!
Estoy verde de envidia!
Enhorabuena guapísima. Espero que sigas poniendo fotitos que aquí tienes una forofa de la fotografía y la naturaleza.
Vaya, qué sitio tan especial. No me gustaría nada no poder matar a las hormigas, pero sí estar en medio de la naturaleza xD. Me encantan todos los animales que no sean insectos, y si además veías a las crías... xD ¡Qué guay! xD
Ahora acabo de ver en tu perfil que te encanta la trilogía del juez Pazair. Yo me compré los tres libros en uno, El juez de Egipto, y me encantó, es mi libro favorito. Es una historia que te atrapa desde el principio hasta el final. xD
Sin duda Doñana esxiste sin nosotros y, sin nosotros, habría más Doñanas. Pero -he aquí lo bueno- nada nos impide, comprometernos con ella, amarla como a la más bella de las novias y engendrar con ello una nueva raza de amor. Ese amor, como cualquier amor auténtico, nos redime de nosotros mismos pero además pare hijos de una magia que es motor y alimento de nuestro loco fulgurar. Es un amor que quema, que consume las entrañas como cualquier amor interespecífico. Pero... ¡ay! !qué sería de los niños perdidos sin un mundo en el que soñar!
El parque Nacional de Doñana si que existiría sin nosotros, pero no el espíritu, la atmósfera, la felicidad que te invade cuando llegas, porque esas son nuestras sensaciones y percepciones.
Coincido contigo en que si el amor a la naturaleza y la vida fuera verdadero, escribiríamos un nuevo futuro...
Antes que nada disculparme por esta intromisión en tu blog -precioso en forma y contenido, he de decirlo- que en nada pretende ser beligerante. Sin embargo, me gustaría decir que muchas personas escriben ya ese nuevo futuro que es presente en sus manos, movidas por un amor verdadero o por verdadera necesidad -quizá ambas cosas-. Me hierve la sangre al pensar que alguen pudiera despreciar -y sé que vos no lo hacéis, pues dedicáis vuestra vida al conocimiento- esos esfuerzos como parte de nuestra relación con la naturaleza. Al fin y al cabo, son esas personas y sus actos los que me hacen pensar que, digan lo que digan, el ser humano es algo maravilloso e incomprensible desde un punto de vista biológico. Pero me desvío, me asomo curioso al vértigo de pensar que en algo contribuyen nuestros sentimientos a la riqueza de un lugar que es en si mismo santuario. Yo, por mi parte, no aspiro a tal con el mio propio, pues por muy grandes y profundos que sean mis amores y desvelos hacia él, él me ha de superar siempre tanto que todo lo que soy no es sino una prescindible mota en su significado. Así, llevo con orgullo el sentimiento de ser un parásito tolerado por su huesped, un hijo bastardo que se desvive haciendo logros para merecer el pan que toma de la mesa... sabiendo que nunca merecerá tales favores y, por ello, no siendo nunca tan agradecido.
Primero de todo, querido anónimo, estas en tu casa-blog, pasa hasta la cocina...
Y sinceramente, tu presencia es un honor... Bueno, tu presencia y la de cualquiera que se deje ver con un comentario.
Respecto a tus palabras...lo que a mi me "hierve la sangre" es ver como la gente utiliza la ecología, o el respeto hacia los seres vivos, como una moda, causando más mal que bien...
Y comulgo contigo pues yo soy otro minúsculo parásito que me aprovecho de los bienes de gaia.
Un saludo y bievenid@
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