miércoles, 8 de abril de 2009

Feos

El viernes terminé un libro bastante recomendable: Traición, el primero de una trilogía (Feos) de un autor llamado Scott Westerfeld. Es un libro para adolescentes-adultos jóvenes, y como yo estoy disfrutando de una segunda adolescencia pues me ha encantado...
El argumento de la historia es bastante simple, como una chica de 16 años se enfrenta a su mundo y crece, y para ello va "traicionando" a todas las personas que le importan: su mejor amigo de la infancia, su amiguísima, el chico que le gusta,... Y digo "traicionando" entre comillas, porque muchas veces no tiene otra opción. Su sociedad la ha educado para que desee algo, lo vea como lo más importante y no sabe cambiar su escala de valores. A mitad del libro, empieza a mentir y traicionar conscientemente, porque ha descubierto otra forma de pensar y vivir, por lo que tiene más referencias y su escalada de valores es la SUYA.
Pero como ya digo, el argumento es sencillo y simplón, lo realmente revelador es el contexto. Se trata de una ciudad del futuro que ha evolucionado para autromantenerse y autogestionarse sin interferir con la naturaleza (todo es sintético y usan energías renovables), además de que los habitantes son muy civilizados y educados, esta es la parte bonita. La parte fea es el porque de que todo sea tan maravilloso: todos se operan a los 16 años, se embellecen para ser perfectos. Alegan que las guerras y las rencillas son producto de qu elos más guapos siempre tienen más ventajas en la sociedad actual. Y deja entrever que ese es el motivo de la ecatombe que exterminó a los oxidados (que seriamos nosotros).
La operación es obligatoria y diseñada por un comité de expertos para que todos los adultos tengan rasgos y cuerpos perfectos, en todos los sentidos. Una limpieza étnica sin precedentes, pues da igual como fueran tus padres, ya que vas a ser homogeneizado. Claro que la operación estética va con un regalito neurológico. La peor de todas las dictaduras, porque ni siquiera eres consciente de sufrir una.
Cuando lo terminé, volví a encender la tele y apareció un anuncio de cremas antiedad, luego otro de un cochazo, luego otro de ropa de marca y luego otro de maquillaje. Salí el sábado y todas las chicas estaban maquilladas y los chicos arreglado, todos divinos, todos bebiendo y desfasando para divertirse. Nos estamos igualando, y me estremecía al mirarme en el espejo de un cuarto de baño y ver que yo era exactamente igual. Entonces empecé a preguntarme cosas tan simple como que es lo que cohartaba mi pensamiento y no me dejaba ver más allá de la cortina...y en ellos sigo, preocupada por un alienamiento difícil de controlar porque no identificas su origen.

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